29 de julio de 2014

El Papa pide paz en Oriente Medio y Ucrania

Nos unimos a la llamada que ha hecho el Papa Francisco por el fin de la guerra en Oriente Medio, Irak y Ucrania: "¡Paren, se lo pido con todo mi corazón! ¡Paren!" Sigamos orando por la paz en el mundo y la libertad de los cristianos perseguidos.

"Todo se pierde en la guerra y nada se pierde con la paz" 
"¡Paren, se lo pido con todo mi corazón! ¡Paren!" Es la frase que el Papa Francisco ha dirigido "al pueblo y a las autoridades" de las tres zonas de crisis que ocupan su "pensamiento" en estos días: el Medio Oriente, Irak, Ucrania.

Saliéndose del texto preparado, el Papa recordó, a los peregrinos en la Plaza de San Pedro, que: "todo está perdido con la guerra, y nada se pierde con la paz". Además agregó: "Hermanos y hermanas, ¡nunca la guerra! Pienso en especial en los niños, a quienes se les quita la esperanza de una vida digna: niños muertos, niños heridos, niños mutilados, huérfanos, niños que tienen reliquias de la guerra, como juguetes, los niños que no saben sonreír".


El Papa también dijo que para las tres zonas mencionadas, se espera que "En el centro de cada decisión no se encuentren intereses especiales, sino el bien común y el respeto de cada persona". Para ello, el Santo Padre, pide a todos: "seguir unidos a mi oración, para que el Señor conceda a las personas y las autoridades de esas zonas la sabiduría y la fuerza necesarias para proseguir con determinación en el camino de la paz y para abordar cada disputa con la tenacidad del diálogo y la negociación; y por la fuerza de la reconciliación".

El llamamiento del Papa Francisco, pidiendo por estas tres situaciones, surgió a raiz de la conmemoración de los 100 años del comienzo de la Primera Guerra Mundial, que se celebrará mañana, y que el Papa ha convocado"un día de luto en memoria de esta tragedia".

La Gran Guerra "causó millones de muertos y una inmensa destrucción. Dicho conflicto, que el Papa Benedicto XV llamó una masacre sin sentido, trajo como resultado, después de cuatro largos años, una paz más frágil". "Al recordar este trágico evento - continuó - Espero que no se repitan los errores del pasado, pero debería tenerse en cuenta las lecciones de la historia, cada vez más dominada por las exigencias de la paz a través del diálogo paciente y valiente".

Antes de la oración Mariana, el Papa se detuvo a comentar el Evangelio de hoy (Mateo 13, 44-52), que menciona la parábola del tesoro escondido y la perla de gran precio. "Ellos" - dijo el Papa - "Nos dicen que el descubrimiento del Reino de Dios puede ocurrir repentinamente, como el granjero, que arando, encuentra el tesoro inesperado; o después de una larga búsqueda, como la perla y el mercader, quien finalmente encontró la perla más preciada tanto tiempo soñada. Pero, tanto en el primer caso, como en el segundo, lo más importante es que el tesoro y la perla valen más que todos los demás bienes, y así, el agricultor y el comerciante, cuando los encuentren, renunciarán a todo lo demás para tenerlo".

"Asimismo" - agregó - "ocurre con el Reino de Dios: quien lo encuentra no tiene dudas, siente que es lo que estaba buscando, esperando, y que responde a sus aspiraciones más auténticas.Y realmente es así: los que conocen a Jesús, quienes lo encuentra personalmente, se quedan fascinados, atraídos por tanta bondad, tanta verdad, tanta belleza, y todo con gran humildad y simplicidad".

"¿Cuántas personas, cuántos santos y santas, leyendo con el corazón abierto al Evangelio, han quedado tan impresionados por Jesús, que se han convertido a Él?. Pensemos en San Francisco de Asís, que ya era cristiano, pero "en agua de rosas". Cuando leyó el Evangelio, en un momento decisivo de su juventud, conoció a Jesús, y encontró el Reino de Dios, y entonces todos sus sueños de gloria terrenal desaparecieron.

"El Evangelio te hace conocer a Jesús verdadero, vivo; te habla al corazón y te cambia la vida. Y ya sea cambiando de vida o no, eres otro, has nacido de nuevo: has encontrado algo que da sentido, sabor, luz para todo, incluso en el cansancio, en el sufrimiento, y en la muerte".

Improvisando, el Papa añadió: "Leed el Evangelio, leed el Evangelio, ¿Recuerdan? Hemos hablado de ello. Todos los días leer un pequeño pasaje del Evangelio, llevar un pequeño evangelio en el bolsillo, en el bolso, en el trabajo....". Y continuó: "Todo adquiere significado cuando, en el Evangelio, encontramos este tesoro que Jesús llamó el Reino de Dios, es decir, Dios que reina en tu vida, en nuestras vidas; Dios que es amor, paz y alegría en cada hombre y en toda la humanidad. Esto es lo que Dios quiere, es por eso que Jesús se entregó a la muerte de Cruz, para liberarnos del poder de las tinieblas y llevarnos al reino de la vida, la belleza, la bondad, la alegría. Leer el evangelio es encontrar a Jesús y conseguir esta alegría cristiana. Que es un don del Espíritu Santo".

Concluyó señalando que "la alegría de haber encontrado el tesoro del Reino de Dios brilla, ya ves. Los cristianos no pueden ocultar su fe, ya que brilla a través de cada palabra, cada gesto, incluso en el más simple, todos los días, refleja el amor que Dios nos ha dado a través de Jesús. Oremos, por intercesión de la Virgen María, para que venga a nosotros y en todo el mundo su Reino de amor, justicia y paz".

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