8 de enero de 2016

EL DIOS DE CADA DÍA. LA EPIFANIA. CON LA HNA. CARMEN PÉREZ STJ

No había ido nunca a la Parroquia de la Epifanía en el barrio de Carabanchel en Madrid. Nada más llegar a la misa de las 7.30 de la tarde, me conmovió el inmenso crucifijo que desde el presbiterio preside todo el templo y el cuadro, un bajo relieve precioso de la Epifanía, de la adoración de los Magos al Niño Dios.

Y en la Eucaristía que estuve, una Eucaristía de un día de diario, concretamente era un jueves, después hubo exposición del Santísimo, estuve conmovida por los dos acontecimientos que tan maravillosamente estaban representados: el amor de Dios hasta el extremo y la adoración de los Magos, el saber humano, la inteligencia, la búsqueda de Dios rendida ante el Niño Dios.

Sí, precisamente debajo del crucifijo, la Epifanía. Dos hechos que pueden sacudir nuestra vida. Durante toda la Eucaristía tuve ese marco en mi interior: Cristo en la Cruz, y la preciosa expresión de la Epifanía ante los Magos. Y al acabar la Eucaristía: lo que llamamos la exposición del Santísimo, Cristo en la Custodia. Tres expresiones reales del amor de Dios, de su revelación, de su “Epifanía”: el inmenso y sobrio crucifijo, la adoración de los Magos, y la Presencia real del Señor en la Eucaristía que acabábamos de celebrar.

Brota del corazón una realidad: adoración, gratitud, alabanza, admiración, asombro. Tenemos que hacer como los Magos, superadas nuestras tempestades y dificultades, nuestros desencuentros y pérdidas, volver a nuestro verdadero camino hacia el Dios vivo, hacia el Dios que se nos revela, hacia el Dios que es Dios-con-nosotros y adorarlo. Todo el Nuevo Testamento eleva la adoración a la más grande dignidad, porque es la percepción inexpresable de la grandeza, de la majestad, del amor, de la bondad, de la gratuidad, de la Presencia del Dios viviente, del Dios que se manifiesta y revela al ser humano.


La fiesta de la epifanía tuvo su origen en la Iglesia Oriental. La palabra “epifanía” viene del griego y significa manifestación. Esa raíz griega “fano” la vemos muy bien en la palabra “diáfano”. Lo diáfano es lo transparente; un cuerpo diáfano es el que deja pasar la luz a su través. De ahí el sentido de “la epifanía”, fiesta religiosa en la que Jesús se da a conocer. El término epifanía, ha sido utilizado para traducir el concepto de gloria de Dios, indica su Presencia. En el siglo IX el término epifanía se empleó para designar la fiesta de la revelación de Jesús al mundo pagano. Esta es la fiesta que se sigue celebrando el día 6 de enero.

Jesús se da a conocer a diferentes personas y en diferentes momentos, pero el mundo cristiano celebra como epifanía tres eventos: la epifanía ante los Magos como relata el Evangelio de S. Mateo (Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían de Oriente…entraron en la casa, vieron al Niño con María su madre, y postrándose, le adoraron) y que es celebrada el 6 de enero. La epifanía a S. Juan Bautista en el Jordán en el Bautismo de Jesús, que narran los cuatro evangelistas (Este es mi Hijo amado, en quien me complazco) Y la epifanía a sus discípulos, en el comienzo de su vida pública, con el milagro de Caná. Realmente la fiesta de epifanía, que muchos de nosotros conocemos más, es la que corresponde al día 6 de enero de cada año. Pero tiene que abrirnos a las otras dos celebraciones tan concretas de la “epifanía”: bautismo de Jesús en el Jordán, y el primer milagro de Jesús en las bodas de Caná.

La epifanía, tal como la entendemos tendría que ser una fiesta preciosa, celebrada en el mismo tiempo litúrgico que la Navidad. Con el tiempo, en España y en otros países de tradición católica, se adoptó la costumbre de celebrar al mismo tiempo el día de la Epifanía (6 de enero) y la festividad de los Reyes Magos, uniéndose así la manifestación de Jesús al mundo no judío con la fiesta de estos personajes que representaban justamente el mundo de los gentiles.

Una de las tradiciones más arraigadas en la cultura española es la celebración de la cabalgata. En realidad, como todo, se ha ido “adaptando” al consumismo, al materialismo etc. Pero lo que significaba en su origen en las grandes y pequeñas ciudades españolas era el camino que recorrieron los Reyes Magos hasta Belén para encontrar al Niño Dios. Una fiesta más en donde se mezclan las tradiciones y la fe.

PARTE 2

Lo que representan los Magos: el camino de las religiones hacia Cristo

Dejo de lado todo lo entrañable de la fiesta de Reyes, con todo el significado que cada uno sepamos descubrir y ver, y me centro en el sentido, que expresa Benedicto XVI en su último libro “La infancia de Jesús”, de quiénes eran los Magos.

Magos son los sabios que representan el dinamismo inherente a las religiones de ir más allá de sí mismas, un dinamismo que es búsqueda de la verdad, la búsqueda del verdadero Dios, y por lo tanto filosofía en el sentido originario de la palabra. ¡Con las pobres, las deformadas interpretaciones que nos encontramos de lo que es la filosofía y la religión, la razón y la fe¡ Pero no me quiero meter en ese campo que acabo de vivir con unos chicos de segundo de bachillerato en su estudio de lo que es la filosofía cristiana y la religión cristiana, concretamente desde los comienzos de nuestra era, lo que se llama la Patrística, y la Edad Media.

Sigo con la experiencia del Papa: la sabiduría sanea y así también puede verse y sanearse el mensaje de la “ciencia”: la racionalidad de este mensaje no se contentaba con el mero saber, sino que trataba de comprender la totalidad, llevando así la razón hasta sus más elevadas posibilidades. Los magos representan el camino de las religiones hacia Cristo. Y tenemos, como siempre, la unión con el Antiguo Testamento, con la Historia de la Salvación, de la Promesa. Los “sabios magos” están siguiendo en cierto modo a Abraham, el primero que se pone en marcha ante la llamada de Dios. Necesitan un Dios único y personal, en el que todo encuentra su plenitud y sentido, sobre todo la naturaleza humana en toda su riqueza, apertura y trascendencia. Y también hace sentir la historia, la verdadera historia, el que los magos, aunque de manera diferente, están siguiendo a Sócrates y a su preguntarse por la verdad más grande, más allá de la religión oficial. En este sentido: Los Magos son los predecesores, los precursores, de los buscadores de la verdad, propios de todos los tiempos.
Los magos representan por una parte la realidad del anuncio de la universalidad de los tres continentes conocidos entonces: África, Asia y Europa, no hay distinción por la raza o el origen. También se ha relacionado a los reyes con las tres edades de la vida del hombre: la juventud, la edad madura y la vejez. Las diferentes formas de la vida humana encuentran su significado y unidad interior en la comunión con Jesús. Pero la idea decisiva, y que engloba a todas, es que estos sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre la historia. Es el profundo sentido que tiene Benedicto XVI de la creación y de la redención, de la auténtica humanidad del hombre, del acuerdo intrínseco entre la razón y la fe. Por eso no representan sólo a las personas que se han encontrado ya con Cristo. Representan el anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana al encuentro de Cristo.

Y respecto a la Estrella que guió a los Magos, me quedo con lo esencial. La estrella habla de Dios, del itinerario a seguir para verle. Los Magos, siguiendo la estrella en busca del rey de los judíos, significan a los pueblos en su marcha hacia Cristo. El cosmos habla de Cristo, constantemente, aunque a veces su lenguaje no nos sea totalmente descifrable. Toda la grandeza de la creación en sus múltiples manifestaciones conocidas, y también las de su desconocida realidad, suscitan en el hombre la intuición de un Creador. Y esto produce la expectativa, más aún, la esperanza de que un día este Dios se manifestará.

Hemos de ser conscientes de que el hombre, cada uno de nosotros, puede y debe salir a su encuentro, día a día, sea como sea nuestra situación y circunstancias. El Papa, con su claridad de mente y de corazón, nos dice que el conocimiento que brota de la creación y se concretiza en las religiones también puede perder la orientación correcta, de modo que ya no impulsa al hombre a moverse para ir más allá de si mismo, sino que lo induce a instalarse en sistemas con los que piensa afrontar las fuerzas ocultas del mundo. Es significativo que al llegar los Magos ante Herodes sea necesario escuchar la indicación de las Sagradas Escrituras de Israel, las palabras del Dios vivo. ¿Por qué pueden más en nosotros otras palabras que la Palabra de Dios? No es la estrella la que determina el destino del Niño que nace en Belén, es el Niño quien guía la estrella. Él es la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.

La epifanía es la manifestación definitiva de Dios en Jesucristo.




PARTE 3 La epifanía como encuentro personal

Su epifanía, la epifanía de Dios se hace presente a cada uno de nosotros como un encuentro personal. En realidad la comprensión de la palabra epifanía y del hecho que significa es radical en nuestra vida: revelación, manifestación. El Verbo es la Palabra de Dios, la Palabra que se hace hombre y nos habla, dialoga con nosotros. Toda la Biblia es una epifanía. Y de manera concreta el Nuevo Testamento a cuya luz hemos de ver todo. La teología de la Palabra es fundamental en la vida del creyente. Y el Vaticano II da un amplio sentido a la palabra escrita y a la palabra transmitida por la Iglesia, porque fluyen, dice, del mismo manantial. La luz que aparece en la Navidad aumenta en la epifanía su resplandor: es la luz de la epifanía de Dios. No son sólo los pastores, con los Magos estamos todas las naciones.

Los eruditos, los que creen saberlo todo y tener medidas para juzgarlo todo, los raquíticos de espíritu, los tibios atiborrados de prejuicios, los que todo lo controlan, los progresismos de vía estrecha ¿son capaces de ver al Niño con María su madre, con José, varón justo, y postrándose, adorarle? ¿Quiénes reconocen a Cristo y quiénes no le reconocen? Herodes no entendió nada, se endureció y se “encegueció” más por sus ansias de poder y por su forma de vida. ¡Cuántos Herodes y de cuántas formas distintas se presentan los Herodes en la vida¡ Los Reyes magos representan a todos los que aman el saber y la verdad, a todos los que están comprometidos por su situación social y buscan la justicia, la paz, la realidad de los derechos humanos. Y también, a los que sencillamente el encuentro sincero con Jesús produce retornar desde Él por caminos distintos en los que a veces andamos por la vida. Significa reconocerlo a través de tantos postes indicadores como nos encontramos.

El símbolo es la luz. Y ante esta epifanía ¿qué puedo hacer yo? Pues todo lo que yo puedo hacer. Esta es la única respuesta cristiana en la epifanía: Todo. Si Él vino a vivir y morir entre nosotros, fue para que los que creen respondan con esa palabra: todo. No hay dualismos, ni separaciones antinaturales e incongruentes entre vida privada y vida pública. Cuando el hombre se aparta de Dios, no es Dios quien le persigue, sino los ídolos. Vivamos en la luz del Evangelio y nunca perderemos el rumbo de nuestra vida.

¿Cómo nos representamos las relaciones de Dios con el mundo y concretamente con el hombre? ¿Creyendo que una vez creado vivió en una lejanía infinita, dejando seguir a la creación y al hombre su camino? Constantemente en el Evangelio estamos viendo las relaciones de Dios con el mundo. Dios ha querido entrar en la Historia y cargar sobre sus espaldas un destino: es este Niño al que adoran Los Magos del mundo entonces conocido. Realmente sólo se entiende a la luz de las palabras de Juan: Dios es amor, tanto amó Dios al mundo que dió a su Hijo único para que todo el que crea en Él no perezca sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.

Comenta Romano Guardini que un amigo le dijo unas palabras gracias a las cuales acertó a comprender mucho más que mediante la simple “reflexión”. Estaban hablando de problemas de esta índole y le dijo: El amor hace cosas así. Todo un gran intelectual y humanista, gran pensador y teólogo, dice que no es que estas palabras, “el amor hace cosas así”, le aclaren algo su pensamiento, sino que dirigen una llamada al corazón y le hacen presente el misterio de Dios. Aunque el misterio no llegue a ser comprendido, queda más cercano y desaparece el peligro de escándalo. Ninguna de las cosas humanas ha surgido del pensamiento sólo. Todas del corazón y del amor. Y ¿si es Dios quien ama? ¿De qué no será capaz su amor?

En Roma, decía Juan Pablo II, según una tradición a la que quiso permanecer fiel desde el comienzo de su pontificado, se celebra este misterio consagrando nuevos obispos. Se trata de una tradición que posee una intrínseca elocuencia teológica y pastoral. Obispos consagrados de diferentes naciones. Los obispos representan la universalidad de la Iglesia que adora al Verbo encarnado, y en este hecho se cumplen las palabras del Salmo responsorial: se postrarán ante ti Señor, todos los reyes de la tierra. Es precioso el simbolismo (el que tenga ojos para ver que vea), en los obispos se reúnen idealmente los fieles de las diferentes partes del mundo, a las que son enviados como sucesores de los Apóstoles. Hombres cuya misión es estar al servicio de las Iglesias particulares y del auténtico progreso humano de sus respectivos pueblos.

Si María, José y los pastores de Belén representan al pueblo de Israel que ha acogido al Señor, los Reyes Magos son la primicia de las gentes, nuevo pueblo de Dios, basado ya no en la homogeneidad étnica, lingüística o cultural, sino sólo en la fe común en Jesús, Hijo de Dios”(Benedicto XVI).


PARTE 4

Los Reyes Magos son verdad


Y ahora los Reyes Magos a través de un padre de familia.

Es una mamá, una antigua alumna mía. Quiere que todos sepamos esta bonita historia porque algunos la tendrán que contar ya, otros algún día, y a otros nos vendrá muy bien para no tapiar las ventanas que miran a Dios. La historia se llama “Los Reyes Magos son verdad”.

Voy a sintetizarla lo más posible, aunque es una pena, porque el diálogo, las preguntas y respuestas de la hija y del padre son una delicia. Vds. luego, pueden revivirla como quieran.

Un padre se había sentado al volver a casa, dispuesto a escuchar lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio. Papá ¿me dirás la verdad de lo que te voy a preguntar? - Evidentemente que sí, hija. -Papa ¿existen los Reyes Magos? Los niños dicen que son los papás. - ¿Y tú, que crees, hija? - Por un lado, me parece que sí, porque tú nunca me engañas, y por otro, no sé, papá.- Verás hija, dijo el padre, efectivamente son los padres los que ponen los regalos, pero verás, te lo voy a contar todo entero.

Cuando el Niño Dios nació, tres hombres sabios llegaron de Oriente guiados por una estrella. Le llevaron regalos en prueba de fe, confianza, amor, respeto. El oro porque en realidad era un Rey, el incienso porque era Dios, Hijo de Dios y la mirra porque era un niño, un hombre. José, María y el Niño Jesús, se pusieron tan contentos que los magos quisieron extender esta alegría al mundo entero, hacerlo sentir a todos los niños del mundo.

Pero, claro, los Magos se dieron cuenta de que no podían llegar a todos, y además, ellos se morirían. Viendo al Niño Jesús les brotó una oración: Señor desearíamos llevar regalos a todos los niños del mundo, pero no somos capaces. Sois muy buenos, sintieron que Jesús les decía por dentro. Agradezco vuestros regalos y voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. ¿Qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños? Necesitaríamos millones y millones de pajes. No os preocupéis, dijo el Niño Dios. Yo os daré pajes para cada niño del mundo, pajes que quieran a los niños, que sepan lo que les gusta, lo que necesitan, pajes que les den lo mejor para ellos, como habéis hecho vosotros conmigo sintiendo lo que soy realmente, que eso han significado vuestros regalos de oro, incienso y mirra. ¿Hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?

Los magos se quedaron admirados y empezaron a comprender. Pues yo quiero que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre y de vuestra parte se celebre esta fiesta. Y cuando los niños sean mayores para entender esto, los padres les cuenten esta historia, y a partir de entonces, también los niños hagan regalos a sus padres en prueba de cariño. Y ya, para siempre, a lo largo de los años y de los siglos, alrededor del Belén se recuerde que gracias a lo que hicisteis, todos pueden ayudarse unos a otros a ser más felices. Empieza ya ocurrir lo que será el cristianismo: que todo lo que hicisteis con uno de estos pequeños conmigo lo hicisteis.

Sí, pensamos en este aspecto de la Epifanía, de la manifestación de Jesús. Jesús se da a conocer en diferentes momentos y a diferentes personas. Estos magos, hombres sabios que se dedicaban a la cultura y a la espiritualidad, que cultivaban el conocimiento del hombre y de la naturaleza, son hoy nuestra referencia. La Navidad, sus fiestas, son una llamada a entrar en un nuevo orden de humanidad.

De los dinosaurios se afirma que se extinguieron porque habían desarrollado mucho caparazón y poco cerebro, muchos músculos y poca inteligencia. ¿No estaremos desarrollándonos también nosotros de forma errónea: mucha técnica, pero poca alma? ¿Un grueso caparazón de capacidades materiales pero un corazón que se ha vuelto vacío? ¿La pérdida de la capacidad de percibir en nosotros la voz de Dios, de conocer y reconocer lo bueno, lo bello y lo verdadero?.

Tenemos que reaprender a reconocer que entre la ciencia y la superstición existe una posición intermedia: aquella comprensión moral y religiosa más profunda que es la única capaz de desterrar la superstición y hacer humano al hombre, en cuanto lo coloca a la luz de Dios. El apremio más profundo del hombre de hoy no proviene de la crisis de nuestras reservas materiales, sino de que se nos tapian las ventanas que miran a Dios y de que, de ese modo, nos vemos en el peligro de perder el aire que respira el corazón, de perder el núcleo de la libertad y de la dignidad humana.

Los Reyes Magos son de verdad. De nosotros depende entenderlo y vivirlo. La Epifania es un hecho y también las “epifanías” constantes en nuestra vida.


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