La reconstrucción de Haití tras el devastador terremoto ocurrido el 12 de enero de 2010 ha sido una tarea prolongada y exigente. Durante cinco años, la Iglesia Católica ha sido uno de los más constantes apoyos para la recuperación del país, contribuyendo no sólo en la atención pastoral y humanitaria, sino también en la financiación de proyectos de construcción que permitan prevenir desastres similares. Por su voluntad de ayuda, frecuentemente puede olvidarse que la Iglesia es también víctima de los desastres y su miembros también deben padecer penalidades y asumir sacrificios mientras atienden a quienes comparten sus sufrimientos.
Un notable ejemplo de esta realidad lo han dado los aspirantes al sacerdocio del Seminario Menor de Puerto Príncipe, quienes tras el terremoto tuvieron que vivir en carpas de emergencia donadas desde Estados Unidos. A pesar del carácter claramente temporal de su su acomodación, la estadía de los seminaristas en las carpas se prolongó casi cinco años, hasta que finalmente pasaron a ocupar desde mediados de diciembre pasado el nuevo edificio destinado al Seminario.
Una construcción providencial
El nuevo edificio no fue inicialmente construido para este fin, ya que se proyectaba inicialmente que fuera un centro médico o una casa de huéspedes cuando se recaudaron los fondos necesarios para su construcción en la parroquias de la Arquidiócesis de Miami. Pero la prolongada situación de los seminaristas motivó el cambio de planes de la Iglesia, que identificó ésta como una necesidad más urgente en el presente.
"El edificio no fue diseñado para ser un Seminario, pero creo que la mano de Dios estuvo en quien haya hecho este diseño, porque se ajusta al propósito de un seminario muy bien", comentó el Arzobispo de Miami, Mons. Thomas G. Wenski, quien visitó el recinto y celebró una Eucaristía en el lugar el pasado 16 de diciembre.
Uno de los seminaristas sobrevivientes del terremoto, Jean Moise Zetrenne. quien cursa tercer año de Teología, relató a Catholic News Service su satisfacción por la adecuación del nuevo edificio. "Nos gusta, porque antes estuvimos en una situación difícil, y creo que ahora podremos estudiar mejor, dormir mejor y llegar a ser sacerdotes para el pueblo de Dios", comentó. "Le agradecemos a todos por esto, y oraremos por ellos".
La edificación cuenta con una estructura sismo resistente y adaptada para sobrevivir huracanes, y se encuentra ubicada en una zona con pocas distracciones. Mons. Wenski indicó que aún hay que esperar el crecimiento de plantas y árboles para proveer espacios de descanso para los seminaristas, así como posiblemente sumar una cancha de baloncesto o algún espacio similar para actividades físicas. "Ciertamente incluso como está hoy es mucho mejor que lo que tenían", concluyó el prelado. "Aunque este es un seminario provisional, puede ser provisional por varios años mientras identificamos los fondos que provean para un seminario permanente que reemplace este".
Un notable ejemplo de esta realidad lo han dado los aspirantes al sacerdocio del Seminario Menor de Puerto Príncipe, quienes tras el terremoto tuvieron que vivir en carpas de emergencia donadas desde Estados Unidos. A pesar del carácter claramente temporal de su su acomodación, la estadía de los seminaristas en las carpas se prolongó casi cinco años, hasta que finalmente pasaron a ocupar desde mediados de diciembre pasado el nuevo edificio destinado al Seminario.
Una construcción providencial
El nuevo edificio no fue inicialmente construido para este fin, ya que se proyectaba inicialmente que fuera un centro médico o una casa de huéspedes cuando se recaudaron los fondos necesarios para su construcción en la parroquias de la Arquidiócesis de Miami. Pero la prolongada situación de los seminaristas motivó el cambio de planes de la Iglesia, que identificó ésta como una necesidad más urgente en el presente.
"El edificio no fue diseñado para ser un Seminario, pero creo que la mano de Dios estuvo en quien haya hecho este diseño, porque se ajusta al propósito de un seminario muy bien", comentó el Arzobispo de Miami, Mons. Thomas G. Wenski, quien visitó el recinto y celebró una Eucaristía en el lugar el pasado 16 de diciembre.
Uno de los seminaristas sobrevivientes del terremoto, Jean Moise Zetrenne. quien cursa tercer año de Teología, relató a Catholic News Service su satisfacción por la adecuación del nuevo edificio. "Nos gusta, porque antes estuvimos en una situación difícil, y creo que ahora podremos estudiar mejor, dormir mejor y llegar a ser sacerdotes para el pueblo de Dios", comentó. "Le agradecemos a todos por esto, y oraremos por ellos".
La edificación cuenta con una estructura sismo resistente y adaptada para sobrevivir huracanes, y se encuentra ubicada en una zona con pocas distracciones. Mons. Wenski indicó que aún hay que esperar el crecimiento de plantas y árboles para proveer espacios de descanso para los seminaristas, así como posiblemente sumar una cancha de baloncesto o algún espacio similar para actividades físicas. "Ciertamente incluso como está hoy es mucho mejor que lo que tenían", concluyó el prelado. "Aunque este es un seminario provisional, puede ser provisional por varios años mientras identificamos los fondos que provean para un seminario permanente que reemplace este".
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