2 de diciembre de 2014

PRESENTACIÓN DE UNA NIÑA EN EL TEMPLO POR SUS PADRES. CON LA HNA. CARMEN PÉREZ

Una sana y muy humana tradición, así como nuestra sensibilidad, y diría también nuestro “buen entendimiento”, con una expresión muy de Teresa de Jesús, puede ayudarnos en lo que hoy celebra la Iglesia católica: la presentación en el templo de una niña. Una niña que ha sido llamada María, Iglesia naciente.

¿Y cómo, los que nos sentimos Iglesia, no vamos a dar rienda suelta a nuestro corazón y a nuestro entendimiento para alegrarnos, y reconocer la realidad, la humanidad y cercanía de nuestra fe? Y esto ha ocurrido así a lo largo de la historia del cristianismo ¿No es lo que más corresponde a la manera de ser del hombre querer reconocer y ver lo que ha vivido su madre? ¿A que hijo no le gustaría ver los pasos importantes de la suya desde su más tierna infancia? Pues ¿cómo no vamos a gozar y a celebrar la presentación en el templo de la niña María, presentada por sus padres Joaquín y Ana? Los abuelos del niño Jesús.

Una celebración, un rito judío era la presentación de los hijos en el templo. Y es natural que ocurriera así con una niña que se llamaba María y sus padres Joaquín y Ana. Todo ocurría de la manera más sencilla y humana, porque a eso vendría Jesús de Nazaret, a ser un hombre como nosotros y enseñarnos el camino, la verdad y la vida. Jesús de Nazaret, el que siendo hijo de Dios sería el hijo de María, y el nieto de Joaquín y de Ana,


Me alegra y ensancha literalmente el corazón ver como desde siempre el arte en todas sus manifestaciones ha expresado nuestra historia de salvación, y en concreto todo lo sucedido desde el inicio del lo que llamamos el Nuevo Testamento, la “era cristiana”. Por ejemplo, muchos pintores se han recreado en esta escena de la Presentación de la Niña María en el templo. Murillo, Lucas Jordán, Ticiano, Rafael, Tintoretto, cada uno con su estilo: sus padres, como harían todos los padres, mirando a la niña, y ella subiendo las escaleras del Templo, para llegar hasta el sumo sacerdote, de barba venerable. Claro que también se nos presenta esta escena en bajorrelieves, poesías, canciones, composiciones musicales.

Por cierto, quizá recordamos un lienzo de Murillo con una escena deliciosa: Santa Ana está enseñando a leer a la Niña, y lo hace con la Sagrada Escritura. ¿Se imaginan a la madre y a la hija con el salmo 15? El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad. O el 44: Escucha, hija, mira, inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna; prendado está el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu señor. Ya entra la princesa, bellísima, la llevan ante el rey. A cambio de tus padres tendrás hijos, que nombrarás príncipes por toda la tierra. Quiero hacer memorable tu nombre por generaciones y generaciones, y los pueblos te alabarán.

Los orígenes de esta fiesta parece que hay que buscarlos en una tradición que surge en el escrito apócrifo llamado el Protoevangelio de Santiago. Según este documento la Virgen María fue llevada a la edad de tres años por sus padres Joaquín y Ana, para presentarla en el templo junto con otras niñas., y vivir así la fe de sus padres y expresar su relación con Dios. Históricamente el origen de esta fiesta fue la dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén hacia el año 543. Todo esto se viene conmemorando en Oriento desde el siglo VI. Un gentil hombre francés fue enviado a Aviñón en 1372 en calidad de embajador ante el Papa Gregorio XI, le contó la gran celebración que se hacia en Grecia de esta fiesta el 21 de noviembre y la introdujo en Aviñón, y posteriormente Sixto V la extendió a toda la Iglesia.

Es un hecho que el que quiera puede vivir la historia como Historia de Salvación. Tengamos ojos capaces de ver, corazón capaz de sentir y razón capaz de reconocer, esa unidad real entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. He leído en un libro de Cesar Vidal, Textos para la historia del pueblo judío, una anécdota muy significativa. En cierta ocasión Federico II de Prusia pidió a un postor protestante una prueba fehaciente de la existencia de Dios. El pastor contestó de manera inmediata: los judíos, majestad. Es evidente que la historia del pueblo judío, por su incomparable extensión cronológica y geográfica, por su extraordinaria dificultad y por su perpetua supervivencia, constituye algo excepcional en el devenir de los distintos pueblos y culturas. De ahí arranca la dificultad de compendiarla.

Jesús es un judío de familia judía, padres, abuelos. Entra en la historia en el pueblo judío con todas sus consecuencias. Judíos son también los primeros seguidores. Judía su forma de actuar y judías sus categorías de pensamiento y expresión. Juan el Precursor, es otro judío cuya misión se enraíza plenamente en la vida de Israel. Se llama a si mismo: voz que clama en el desierto. Anuncia que viene el que es más fuerte que él, a quien no merece desatarle la correa de sus sandalias. Expresa el cumplimiento de las profecías de Isaías y Malaquías.

Ana y Joaquín presentan a su hija en el templo. Nos expresa mucho esta fiesta de la espera y llegada del Mesías, de la misión de esta niña. Desde siempre la piedad popular ha estado marcada por la disponibilidad de María ante la llamada del Señor Dios. Ella estaba llamada a ser Madre del Señor, templo vivo de la divinidad. Otro salmo que también aprendería María: Señor del universo, dichoso el hombre que confía en ti.

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