Según nuestras Regla y
constituciones “lo primero para lo que nos hemos congregado en comunidad es
para vivir unánimes en Casa, teniendo una sola alma y un solo corazón en Dios.
Y esta unidad alcanza su plenitud más allá de los límites del monasterio, en
comunión con la Orden y con la Iglesia”.
La unanimidad de nuestra
vida, enraizada en el amor de Dios, tiene que ser testimonio en conexión de lo
que nuestros hermanos predican con la palabra.
Todo lo tenemos tan programado
que es muy fácil seguir el ritmo cada día,- que no es monotonía,- cada jornada
trae alguna ocasión de encuentro especial con el Señor.
No estamos ociosas como se
puede pensar aquí metidas, gracias a Dios nos ganamos el pan con el sudor de la
frente. Y unimos los trabajos a la oración que cada día hacemos por nuestros
hermanos los hombres.
Sor Guadalupe Jiménez O.P
No hay comentarios:
Publicar un comentario