16 de marzo de 2014

UNA VENTANA ABIERTA. CUARESMA CORRER EN BUENA DIRECCIÓN CON LA HERMANA CARMEN PÉREZ STJ


El Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual. Estamos llamados a llevar el anuncio liberador de que existe el perdón del mal cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamente siempre, y que estamos hechos para sentirnos en comunión y para la vida eterna. Este es nuestro camino en la vida nos dice el Papa Francisco para vivir nuestra cuaresma.



¿Qué sentido tiene correr cuando estamos en la carretera equivocada? Es un proverbio alemán. He estado pensando y veo que ocurre frecuentemente. ¡De cuantas maneras se puede correr estando en  la carretera equivocada¡ Hoy es un buen día para hacer una pequeña reflexión de por que no llegamos donde tenemos que llegar, y quizá es porque estamos corriendo en la carretera  equivocada. En la vida de los demás, lo vemos fácilmente, es un dato más de lo que dice Jesucristo, vemos  la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga en el propio.



Hay una novela que pone de manifiesto esta realidad del hombre sobre la que unos amigos hicimos un libro fórum y que me ha venido por lo importante que es correr en buena dirección. Es un hecho el proverbio alemán: ¿qué sentido tiene correr cuando estamos  en la carretera equivocada?  En algunas películas y novelas se ve la conducta humana de manera nítida, y según como  vemos y leemos, nos puede hacer mucho bien, y ayudarnos a reconocer la realidad. Creo que es un buen ejercicio dialogar sobre lo que realmente alimenta nuestra vida. Esto ayuda a encontrar la carretera correcta, y así, correr en buena dirección.

 La novela a la que me refiero ahora es “La elegancia del erizo”. Me ha hecho pensar, reconocer muchas realidades, entre ellas la que hoy comentamos: la falta de sentido que es correr cuando estamos en la carretera equivocada, y lo importante que es  descubrir la belleza de las pequeñas cosas de nuestra vida cotidiana en la carretera correcta. No pretendo hacer una crítica, ni análisis del libro, sencillamente una reflexión desde mi perspectiva de correr en buena dirección en nuestro camino a la Pascua.  En el número 7 de la calle Grenelle, un inmueble burgués de París, muchos de sus habitantes corren por la carretera equivocada. Para salir del sin sentido de la existencia hay que encontrar la carretera que nos lleve a nuestro destino.

 En la novela es el Arte, la Belleza, que da forma y hace visibles nuestras emociones, y al hacerlo le da ese sello de eternidad que anhelamos, y las auténticas relaciones humanas que descubren lo mejor de la persona y muestran el sentido de la vida. Por eso se ve la importancia de descubrir la belleza de las cosas pequeñas y el valor de la amistad que promueve lo mejor de uno mismo.  Es un mundo burgués idiotizado por la superficialidad de las apariencias y no despierto a la belleza, ni a la verdad en las relaciones humanas. Pero dos de sus habitantes esconden un secreto.  Renée, la portera que finge ser una mujer común, es  decir finge ser una mujer que vive de tópicos y camina con los esquemas comunes. Y Paloma una chica de 12 años que se hace las preguntas sobre el sentido de la vida desde una inteligencia extraordinaria. Las dos quieren vencer la desesperanza y vivir realmente. La llegada de un japonés, un  hombre desconocido para los vecinos del inmueble, propicia el encuentro de estas dos personas, aparentemente tan distintas, y de dos mundos socialmente tan dispares. No quiero dejar de citar a Manuela, la amiga de la portera, con la que toma el té, los martes y los jueves, todo dentro de una deliciosa ceremonia, y ritual tipo el Principito de Saint-Exupery. Manuela, una mujer sencilla, una aristócrata,  como nos la describe la misma Renné, a la que su trabajo no le ha despojado de su elegancia natural.  Es una inmigrante portuguesa, y esa elegancia natural suya, a pesar de ser casi analfabeta, supera con creces la de los dueños de las casas que limpia.

 Paloma en una especie de diario de ideas profundas nos explica el porqué se quiere suicidar: si uno se suicida, tiene que estar seguro de lo que hace y no puede quemar la casa para nada. Entonces, si hay una cosa en el mundo por la que valga la pena vivir, no me la puedo perder, porque una vez que uno se muere es demasiado tarde para arrepentirse de nada, y morir porque te has equivocado es una tontería como un piano. “Qué es lo que realmente alimenta la vida humana” es la pregunta constante de estas dos personas que atraen profundamente la atención del lector. Lo que alimenta la vida humana y correr en la buena dirección, que es el encuentro con la belleza, con la verdad, con el amor.

        ¿Y Vds. creen que se puede recorrer el camino con inteligencia, responsabilidad  y libertad de corazón, si no se tiene una meta clara y cierta? Si no es así, no hay camino claro y cierto, y todo es violencia y forcejeo dudoso.  Sólo Cristo es la conciencia de la verdad última de las cosas. Se trata de un sentido de la persona, no sujeto a corrientes ideológicas, ni a últimos descubrimientos, que siempre, claro, son enseguida las penúltimas. Porque las verdaderas cuestiones, plantéese donde se plantee, son las que se refieren a nuestra persona. Todo se dirige a ella y de ahí parte la gran vigencia del Evangelio, de la propuesta cristiana.

Corro en buena dirección, estoy en la carretera indicada para llegar a la meta, si creo, confío y sigo a Jesucristo, sea la circunstancia que sea, sin exclusión. En realidad esto es la cuaresma, recorrer la carretera correcta con los pasos firmes y seguros de la fe y de la esperanza, movidos y conducidos por el amor de Dios que nos lo enseña todo en su Hijo Jesucristo. Así se enriquece mi tiempo, lo que ahora estoy viviendo. Esto es el tiempo litúrgico que ahora vivimos, y nos sentiremos confortados, seremos cada vez más fuertes, con más capacidad para la verdad, el gozo, la belleza, el amor. Sí que se sabe cuando se corre en buena dirección, porque en el interior del hombre habita la verdad. 

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