10 de diciembre de 2014

LOGICA VITAL: PUDO Y QUISO, CON LA HNA. CARMEN PÉREZ STJ

UNA VENTANA ABIERTA
Solemnidad de la Inmaculada Concepción
Convento de las Madres Dominicas
-Baza-
LOGICA VITAL: PUDO Y QUISO

Son de una lógica vital expresiones como: de María, la Madre de Jesucristo, nunca se dice bastante.

La historia de la virgen María es la historia más bonita de la humanidad. Cuando no era la noche ni el día, ya Dios Padre, te pensaba a ti Virgen María: Gloria de nuestra naturaleza humana, Canal por donde nos llegan los regalos de Dios, Mediadora de todos nosotros ante el Mediador que es Cristo, Puente misterioso que une la tierra con el cielo.

Pero como no acabaríamos nunca, como empezábamos a decir, pensamos sólo en las palabras de Duns Escoto, el pensador franciscano, escocés, de finales de siglo XIII, y que fue profesor en las universidades de Oxford y Cambridge. La sutileza, la agudeza, la perspicacia, incluso la ternura de sus análisis le valió el sobrenombre de Doctor Sutil. Se le ha llamado también el gran heraldo de la teología de Cristo Rey y de la Inmaculada Concepción de María. Sus palabras, simples y al mismo tiempo con una lógica vital aplastante, nos conmueven y ayudan a entender esta acción de Dios que es la Inmaculada Concepción de la Virgen María: “Pudo, porque era Dios. Quiso, porque era Hijo. Luego lo hizo, porque era Dios y también Hijo. Este razonamiento, acerca de la Inmaculada Concepción de María, se ha repito de muchas maneras otra es: quiso y no pudo, no es Dios. Pudo y no quiso, no es hijo. Digan pues que pudo y que quiso.

Verdaderamente si aplicamos la lógica vital al modo de Duns Escoto comprendemos que María era una criatura especial, para una misión especial. Ella es la primera redimida de Cristo, el comienzo de la nueva humanidad redimida. En ella recupera el ser humano la plenitud, la belleza, el bien, por eso hablamos de la Inmaculada Concepción de María o sea como dice el catecismo: Dios eligió gratuitamente a María desde toda la eternidad para que fuese la Madre de su Hijo; para cumplir esta misión fue concebida inmaculada. Esto significa que, por la gracia de Dios y en previsión de los meritos de Jesucristo, María fue preservada del pecado original desde el primer instante de su concepción. Así, sencillamente, el gran Creador, el Artista hizo su gran obra porque pudo; y quiso, porque era Dios era Hijo. Hizo una excepción en la criatura llena de gracia, como la llamó el ángel Gabriel, desde el momento de su concepción.

El año 1854 el Papa Pío IX definió solemnemente lo que ya era sentido y vivido desde la antigüedad. En el siglo IV S. Efrén –del que son algunas de las expresiones del comienzo- decía: “Tú y tu Madre sois los únicos que en todo aspecto sois perfectamente hermosos; pues en Ti Señor, no hay mancilla, ni mácula en tu Madre”. Muchos de los llamados Padres de la Iglesia dan parecidas alabanzas a María como S. Justino, S. Ambrosio, S. Agustín. Un historiador Francesco Guglieta, experto en la vida de Pio IX, señala que el ambiente naturalista que despreciaba toda verdad de fe, toda expresión de lo que era la relación de Dios con el hombre, fue como la cuestión de fondo para consolidar la certeza de la obra de Dios, de su Providencia en la vida de los hombres. La Inmaculada Concepción de María es un sello, una firma más de Dios en su obra.

Toda la historia de la vida humana está llena de la tremenda y urgente necesidad del hombre de sentir el amor de Dios, su Providencia, su relación con El, su Paternidad. En realidad lo que llamamos dogmas, de una manera que a veces no sé a que suena, son los dones y los regalos, la expresión de la relación de Dios con el hombre. Como Creador se expresa a través de la creación, y como Infinito el misterio se nos expresa a través de los dogmas que profesamos en lo que llamamos “el credo”.

Pues esta es la fiesta de la Inmaculada Concepción: Dios que viene a la tierra, se hace hombre, y, en nuestro lenguaje, prepara su encarnación en el seno de una Virgen, a la que quiere como la mejor, más bella e inmaculada criatura.

María es un río de vida. Es la expresión de una lógica vital de lo que significa que Dios viene a buscar al hombre. Saborear esta verdad es algo que va más allá del “saberla” simplemente. Todo esto no se puede saber simplemente. Hay que reconocerlo, saborearlo, sentir el corazón lleno de gratitud, de admiración y estupor del Dios en el que creemos. Esta fiesta es la expresión de la certeza del amor del Hijo por la madre. Si donde se dan las grandes certezas, es en el amor de los padres a los hijos, y de los hijos a los padres, sobre todo en los momentos importantes, ¿cómo no vamos a abrirnos al horizonte de la expresión de lógica vital que supone la Inmaculada Concepción de María: Pudo, porque era Dios. Quiso, porque era Hijo. Luego lo hizo, porque era Dios y también Hijo?


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